20 noviembre 2010

Diecinueve

Sentía que hacía meses no dormía. Sin embargo, esa noche no pude dormir. No pensaba en nada en particular, simplemente me quedaba allí, recostada en la cama con las zapatillas puestas, con las manos entrelazadas sobre la panza, con los vozarrones de los muchachos musicalizando el ambiente, con la tenue luz del velador que cada vez iluminaba menos.
Me sentía poco. No sentía ser poco, sino que me sentía menos que antes. Me sentía más liviana, pero no de carga, sino de esencia. Creí que desaparecería de un momento a otro. Y aún así, sin querer, amaneció. Yo seguía siendo, poco, pero seguía estando.

Me despegué de la cama como después de una siesta y me preparé para volver a empezar. O para volver a seguir. Debía reencontrar mi rumbo. Jamás antes se me había ocurrido pensar siquiera en un rumbo, nunca tuve proyectos concretos y mis sueños siempre murieron al morir el insomnio. Pero consciente o inconscientemente, había dado un paso en falso y debía retomar el camino, cualquiera fuese.
Desayuné, me bañe y me vestí lo más decentemente que el ropero me permitió. Imprimí unos cuantos currículum que, en letra mínima, describían los cientos de oficios a los que me había dedicado a lo largo de mi vida. Ninguno de ellos me otorgaba experiencia ni prestigio, pero eran todo lo que tenía.

Durante tres días anduve de un lado a otro repartiendo papeles como si mi supervivencia dependiera de ello. Al tercer día me llamaron para mi primera y última entrevista. Secretaria/recepcionista de una empresa de moda, mis responsabilidades serían asistir a los diferentes directores de la compañía, organizar la agenda y atender el teléfono. Acepté. No lo pensé.

Si lo hubiera pensado, probablemente todo hubiera sido diferente.

2 comentarios:

Gaucho dijo...

Esa falta de peso esencial en los parpados me ha robado mas horas que el trafico de hora pico.

Caminante no hay camino se hace al andar. Ya lo cantó Serrat y lo demostró Indiana Shons en la entrada antes de encontrar el ultimo grial (?)

Maldito el homo sapiens que incluyó la noción intelectualizada del futuro y nos hace angustiar de no tener proyectos, caminos al menos imaginados.

Sin embargo, no reniego. El mismo intelecto nos permite evadir ciertos problemillas, como aceptar un puesto en una empresa de moda cuando el propio ropero es renuente a la decencia. You know it, I know it. El snobismo de la alta costura no es ambiente para Betty la Fea ni para la narradora de este blog p:

Gaucho dijo...

me salio al vesre la carita, parece que se está comiendo los moco'