22 octubre 2009

Tres

Sin agua para el mate, la heladera vacía, mi estómago rugiendo, decidí buscar al único que podía salvarme de esa situación.

Papá estaba nuevamente sentado a la cabecera de la mesa del living, improvisando una chacarera psicodélica. Alrededor, Tadeo, Maca, Bruno y Virginia, recitaban una letra inventada en el momento, una estrofa cada uno. "Tengo muchas ganas de hacer pipí, pero está muy oscuro", cantaba Brunito.

Seguí de largo, subí las escaleras y me dirigí al cuarto de Tomás. Golpeé la puerta.

—¡¿Qué?! —respondió una voz aguda.

—Soy yo.

Tomás salió a darme un abrazo, cerrando la puerta detrás de sí. Ni a mí me dejaba entrar.

—¿Tenés algo para comer ahí adentro? Estoy famélica.

—Esperá —dijo sin dudar, y se metió de nuevo en su cuarto cerrando la puerta. Lo hacía tan rápidamente que era imposible llegar a ver nada.

Salió un minuto después con una caja de pizza y una botella de gaseosa. Siempre sospeché que se había creado una cocina en su habitación (al menos era muy probable que tuviera una heladera y un microondas). Además sabía que su ventana daba a un pasillo y un paredón que separaba la casa de la de los vecinos. El pasillo, hacia la derecha, terminaba en un patio cerrado que llegaba hasta la entrada de la casa, pero no tenía salida. Hacia la izquierda, una puerta tapiada impedía el acceso al galpón, aunque era muy probable que Tomás hubiera encontrado como pasarla.

Nos sentamos en las escaleras y me dediqué a devorar la pizza. Tomás me miraba reflexivo.

—¿Qué pasó con George Lucas? —le pregunté antes de que comenzara con algún cuestionamiento extraño. George Lucas era un perro pulgoso que la familia tenía desde hacía más años de los que yo pudiera recordar. Me sorprendió no haberlo visto aullando junto a la orquesta de la planta baja.

—Lo secuestraron el mes pasado y nunca lo devolvieron. Le pidieron a papá un rescate de 70 pesos, pero cuando fue a buscarlo pensando en cagarlos a trompadas, no encontró a nadie. Capaz que se escapó o se murió en el camino...

—Mierda...

Era muy bizarro, pero todo lo que ocurría en ese barrio solía serlo. Me puso un poco triste la noticia. Nunca había sentido verdadero cariño por George Lucas, pero me había acostumbrado a su presencia.

—Llegué de la escuela y había un tipo un poco más chico que vos diciendo que era hijo de papá y de una tal Silvia, ¿la conocés?

—Sí... —cómo olvidarla.

—Bueno, le decía que hacía muchos años que quería conocerlo, pero cuando le preguntaban cosas dudaba un poco. Cuando le dijo que Silvia había muerto papá lo echó de la casa; nadie se dio cuenta de que se llevó al perro.

—¿Vos lo viste?

—Más vale —dijo como si fuera obvio.

—Qué turro.

El murmullo armonioso que provenía de abajo se transformó en una catástrofe ensordecedora. Papá había dejado los instrumentos en manos de Brunito.

—Bueno, querido, me voy a mi casa —dije mientras me estiraba, después de terminar la última porción de pizza —. Millones de gracias por la cena.

—Son catorce pesos —y me extendió la mano el atorrante. Lo miré con mi mejor expresión de desprecio —. Bueno, los pongo en tu cuenta.

Me despedí menos afectivamente que al comienzo y bajé las escaleras.

Bruno, radiante de felicidad, hacía sonar la campana mientras golpeaba ferozmente la pava con la bombilla. Maca intentaba calmarlo y lo retaba severamente. Tadeo y mis viejos se pasaban un porro de mano en mano, echados en tres fiacas. La ausencia de George Lucas era notable. Agarré unas monedas del platito de los vueltos y me fui sin que nadie lo notara.

5 comentarios:

Jimmy dijo...

Y por dónde enlazamos las hsitorias?

Alan dijo...

¿Qué importa donde se enlazan?, ¡se lee!
¡Polanesa!, ¡sí!, genial la historia hasta ahora. Yo sé que no soy el ser con más expresividad común en la tierra, pero me parece re dulce lo que contás por ahora, y sobre todo, sos muy expresiva.
Justo hace ya bastantes semanas, tuve la idea de en un blog como este, empezar a escribir una historia improvisada, con un capítulo todos los días, pero sabés, no lo quise hacer solo, quería hacer un capítulo varón, otro mujer, con las descargas, penas o felicidades del día, más la historia ficticia o real que uno hubiese querido contar (por cierto, lo que dice abajo del título de tu blog me parece requete genial, lo de "Historias reales de gente ficticia (o viceversa)").
Lo que hice, fue empezar a escribir solo, de esto no sabe nadie, ni siquiera lo estoy publicando en un blog, me lo estoy guardando para mí, tal vez publicarlo algún día, soy un soñador, supongo. Igual me inspirás a contártelo, tal vez con más privacidad :).
Te sigo leyendo querida, ¡seguí así!

PD: La lluvia no siempre viene con las cosas :), hay muchas posibilidades a pesar de la lluvia, que igual me encanta.

Danilo Gatti dijo...

todos merecemos una cocina en nuestra habitacion
(o al menos un frigobar)

| leandro | dijo...

Un perro llamado George Lucas es una gran idea.

Manolo Palomino dijo...

la lluvia, no siempre viene de arriba, y mucho menos siempre va hcia abajo, las pizzas son mas buenas cuando parecen ser invitadas jaja.
Seguiré leyendo!.. gracias por escribir..